Sabemos que era mayor que Juan y, quizá por ello, el mandón de la casa. El Padre Zebedeo, y Salomé, la madre, tampoco parecían flojos a la hora de imponer su voluntad.
En Betsaida , su pueblo, sería muy conocido. Por ser hijo de quien era y por su propia cuenta.
Podemos imaginar a Santiago como dueño de una poderosa voz. Una voz de trueno, benigno o maligno según las circunstancias. (Mc. 3, 17)
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Santiago era un hombre de genio vivo y sangre caliente, un hombre capaz de imponer sus justicias a sangre y fuego.
Está claro que los apóstoles podrían ser divididos en dos grupos, dentro de su indudable intimidad de Jesús: los más íntimos y los menos íntimos, Santiago lo sabemos pertenece a los primeros.
Fueron 3 las veces que Santiago junto con los otros dos discípulos, presenció en exclusiva unos acontecimientos especiales de la vida del Señor. Asistió con sus propios ojos a la resurrección de una niña, la hija de Jairo, realizada por el Señor a puerta cerrada (Lc. 8, 51. Vió asimismo, con los ojos atónitos, la luz clamorosa del espectáculo de la transfiguración (Mt. 17, 1ss). Fue testigo además del pavoroso desfallecimiento de Jesús en Getsemaní (Mc 14, 33). Y seguramente salió de ahí con la cabeza confusa y el corazón conturbado.
El nombre original, debió haber sido Jacobo (Yacov; Yaco; San Yaco; San-tyaco; Santiaco; Santiago), ésta pudiera ser la historia de la palabra. La ruta que conduce a su Santuario en España, se le conoce precisamente con el nombre de La Ruta Jacobeana.
Nuestro Santo Patrono, Santiago; aún cuando lo adoctrinaba Jesús, seguía siendo de buen corazón violento, pero sin falsedad, por estos motivos, Jesús los llamó a él y a su hermano “los hijos del trueno”.
Unos años después de Pentecostés, o venida del Espíritu Santo, Santiago aparece como Obispo de Jerusalén. Propagó el Evangelio y fue reconocido como el responsable de todas las comunidades cristianas con mayoría de judíos que formaron Palestina, Siria y Cilicia (He. 15, 13-29)
En las fiestas pascuales del año 44 después de Cristo, Herodes Agripa mandó arrestar a Santiago para darle gusto a algunos judíos y lo mandó decapitar sin juicio alguno. El sitio donde fueron encontrados sus restos se le llamó COMPOSTELA, que significa “campo de las estrellas#.